Un 'laboratorio' de ecología en el corazón del Amazonas

MANAUS (BRASIL).-  Unos jóvenes ejemplares de Nuez de Brasil reciben a quien visita el Instituto de Permacultura da Amazônica (IPA), en el corazón del Amazonas brasileño. Hace diez años, este área de nueve hectáreas era una zona baldía de arcilla compactada donde poco o nada sobrevivía, situación no muy diferente a lo que hoy encontramos en 800.000 km² de suelos ya deforestados y totalmente agotados de la amazonia actual (casi dos veces la superficie de España).

F. BELLONE

Cartel del instituto. (Más fotos del autor)

Hoy la abundancia de vida que encontramos en el IPA no es un milagro, sino el fruto del trabajo de permacultores, que se empeñaron en demostrar que la naturaleza puede sustentarnos con creces, incluso partiendo de condiciones extremamente degradadas.

La Permacultura (del inglés permanent agriculture) no es tanto una ciencia como un diseño. Fue concebida por el australiano Bill Mollison (1928), quien recibió por ello el Premio Nobel Alternativo en 1981. Para este polifacético biogeógrafo tasmanio, se trata del diseño de hábitats humanos sostenibles mediante el seguimiento de los patrones de la naturaleza, integrando salud, alimento, energía, vivienda y otras esenciales necesidades humanas, con mínimos insumos y residuos.

Como si de una Arca de Noé se tratara, el IPA es hoy un laboratorio vivo. Ali Sharif, permacultor y fundador del IPA, explica que la regeneración natural de suelos se hizo a través de leguminosas rastreras y arbóreas, hasta que volvieron a producir. En las partes expuestas al sol hay hortalizas, piñas y pimientos. Hay frutales tropicales como la pitanga (Eugenia uniflora), caco (Chrysobalanus icaco) y una variedad amazónica del cacao llamada copoazú (Theobroma grandiflorium). Le siguen café, bananos, cacao, papayas, cocos, frutas amazónicas como el rambután (Nephelium lappaceum), el caimarón (Pourouma cecropiifolia) y la biriba (Rollinia deliciosa), palmeras de asaí y pupuña (Euterpe oleracea, Bactris gasipaes), y un largo etcétera más.

Las plantas alimentan patos, abejas, gallinas, codornices conejos, peces, y puercos, que a su vez alimentan unos veinte primates Homo sapiens ahí presentes en viviendas y oficinas bioclimáticas. Los residuos orgánicos de todos se reciclan en compost y vuelven a la tierra, o sino un digestor los transforma en metano, que después se usa como combustible. El tractor y la camioneta se mueven con aceite de freír reaprovechado, y dejan un curioso olor a patatas fritas cuando pasan. El agua de lluvia es captado para consumo humano, y una vez usado se depura con filtros verdes, en los que crecen alevines de peces que se comen los mosquitos y plagas. Aves, reptiles y otros animales amazónicos del vecindario pasan y le dan a este lugar un embrujante aire de alto diseño ecológico.

F.B

El IPA, en el corazón del Amazonas brasileño.

Sin embargo, el Instituto de Permacultura da Amazônica (IPA) no pretende ser un refugio para permacultores y ecologistas de línea dura, sino todo lo contrario. Busca convertirse en una incubadora de soluciones viables para los habitantes de la Amazonia. En los cinco millones de km² que le corresponden a Brasil viven 21 millones de personas. Ocupan el 60% del territorio y son el 12% de la población, pero sólo producen el 8% del PIB. Es decir, son en su gran mayoría, pobres, desposeídos, y sin acceso a recursos ni capacitación. La solución, entonces, pasa por aprender a vivir aprovechando de forma inteligente todo lo que les rodea, sin importar insumos ni deteriorar su ambiente.

Con estos preceptos, el IPA divulga soluciones para la Amazonía. Realiza en continuo cursos de capacitación técnica en permacultura para comunidades del Amazonas. Han introducido la permacultura como asignatura obligatoria para ingenieros agrónomos de la Universidad Federal de Amazonas, y el año pasado el Banco Mundial y el Gobierno de Amazonas aprobaron un proyecto de extensión del sistema de captación de agua de lluvia desarrollado en el IPA, orientado a reducir el alto nivel de incidencia de enfermedades transmitidas por aguas contaminadas.

Casas piloto en la Luna

El IPA está asociado a otros centros con objetivos similares, agrupados en redes como la Permacultura América Latina (PAL) entre otros, todos acreditados por el Permaculture Institute de Australia. En América Central, se han utilizado técnicas de permacultura para la recuperación de suelos y casas después del huracán 'Mitch'. El instituto Cal-Earth de California desarrolló la técnica del superadobe que ha permitido desde la construcción de campos de refugiados en Irán, hasta casas piloto para la Luna (sí, ¡la Luna!). En España, el portal PermaCultura-es reúne informaciones sobre este tipo de diseño.

En su opera prima 'Permaculture: a designer's manual'(ed. Tagari), Mollison demuestra con elocuencia como la Permacultura sirve para cualquier hábitat, desde desiertos hasta climas tropicales y centros urbanos. Así que no hay excusa para no vivir de forma más sostenible. Como él mismo dice... el límite para las soluciones sostenibles es el de nuestra propia imaginación y creatividad.

*Federico Bellone Pavani está licenciado en Ciencias Ambientales y postgraduado en Tecnología Ambiental y Gestión de Recursos Hidricos. Vive y trabaja en América Latina desde hace cinco años.