El Goya sin palabras

En ese ameno juego que consiste en averiguar la identidad de un personaje mediante preguntas indirectas del tipo: "si fuera un elemento de decoración, ¿qué sería?" (a lo que te responden: "un florero", y se queda todo el mundo como estaba, salvo que de repente salta uno: "¡Esperanza Aguirre!" y era Esperanza Aguirre, pero el que conduce el juego es un tramposo y al final se descuelga con María Teresa Fernández de la Vega, por volver a las personas agradables). En ese juego, digo, hay una pregunta arriesgada que, si sale bien, te hace avanzar tres puestos: "¿le vive la familia?". La única respuesta mala es "no lo sé". Si es "sí", sabremos que el personaje es actual (primer dato importante), que muy probablemente –con el ‘laísmo’ que se gasta el país- va a ser un hombre (habrá incluso quien te corrija y diga: "sí la vive") y sabremos que el personaje es español. ¿Por qué? Porque "le vive la familia". Eso es sólo pertinente en España (si la respuesta es "no": español o española y, o personaje del pasado, o alguien muy conocido que ya no va a poder ir a 'Aquí hay tomate').

(OTR/PRESS)

Alfredo Landa con su Goya de honor.

De la gala de los Goya quedarán tres cosas: el beso de Adrien Brody a José Corbacho (beso en ti a cuantos te han besado), el abrazo de Elsa Pataky a Javier Bardem (no hay nada que no pueda hacer Proteo), y la licencia a la Conferencia Episcopal de Alberto San Juan ("pueden ustedes irse"), tras dedicarle el mundo a su familia –la de Alberto San Juan-. La Iglesia, defensora de la familia, a ultranza, se encuentra en el ‘membrete’ de deber condenar a quien la ensalza. Cosas de la farándula, metiéndose en lo que no le concierne, por ejemplo en la vida civil y en la conciencia, que debería, ésta, ser privada.

Los Goya de este año, por la moda, de rojo (la Presidenta de la Academia, Belén Rueda, Natalia Verbecke) y de escote ‘palabra de honor’: actitud y color interesantes. De los Goya, siete para 'El Orfanato', lo que cabe celebrar sobre todo por el espaldarazo oficial al género más deleitable del momento español (mejor 'Rec': guión, realización, pero sólo estaba en tres, de los que se ha llevado dos) y tres, entre ellos los dos más importantes, dirección y película, a 'Soledad' de Jaime Rosales. Pese a que la existencia cotidiana sea un auténtico coñazo –la vida familiar, que no deja de salir a colación-, indiscutible.

Música y algo más para 'Las trece rosas': José Manuel Cervino no hay vez que no esté bien, pero está bien que se lo reconozcan. Actrices consagradas para el billar francés. Y el único capricho que a este Goya el tiempo que vivimos no debió permitirle: el adiós de Alfredo Landa.

VÍCTOR LERENA (EFE)

Foto de familia de los premiados en la gala de los XXII Premios Anuales de Cinematografía