Cata de vinos afectados por el clima

MADRID.-  A la vista: "pérdida de color". Al olfato: "aromas de uva sobremadurada". En la boca: "alta graduación alcóholica y falta de acidez". Como cuenta la directora de la Escuela Española de Cata, Carmen Garrobo, estos son algunos de los indicios que delatan, ya en la copa de cristal, cómo el aumento de la temperatura está cambiando los vinos españoles.

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Probablemente, el análisis sensorial de un catador no parezca una referencia demasiado rigurosa o fiable de lo que está pasando con el clima en el país. Sin embargo, lo que percibe la nariz de Garrobo resulta para muchos bastante más inquietante que cualquier estudio científico y tiene en alerta a la industria vitivinícola nacional.

Prueba de ello es la celebración, los próximos días 15 y 16 de febrero, de la II Conferencia Internacional de Cambio Climático y Vino en Barcelona, organizada por la Academia del Vino de España, y clausurada por Al Gore, en vídeo conferencia.

¿Qué le dice el líquido rojo de una copa a esta experta catadora? "El cambio climático está afectando cada vez más a los vinos españoles, se percibe perfectamente". Como detalla, el aumento de las temperaturas provoca que la uva madure más y que tenga un mayor contenido en azúcar, lo que a su vez genera una mayor graduación alcohólica. "Hay vinos de Rioja que llegan a los 14º de graduación alcohólica", enfatiza.

Otro síntoma detectable en una cata es la falta de acidez. "Los vinos del país muestran cada vez una mayor pérdida de acidez, lo que los convierte en vinos alcohólicos sin frescura", advierte Garrobo, cuya nariz percibe a veces como se ha añadido ácido tartárico para disimular esta carencia.

¿Podría cambiar el clima el mapa del vino? La directora de la Escuela Española de Cata lo tiene muy claro: "En Copenhague, Dinamarca, ya se está elaborando vino, y Finlandia ha pedido permiso para ponerse a plantar uvas".

En España, algunas bodegas suben de altitud sus vides y otras optan por recoger las uvas antes para acortar su maduración en la planta. "Cuando se cosechan antes, el vino tiene entonces menos color", comenta la catadora, que denuncia como algunas bodegas han recurrido incluso a prácticas fraudulentas para impedir que aumente su graduación alcohólica. "Algunos están añadiendo azúcar de remolacha, lo que no está permitido". Una vez más, no hay nada en la copa de cristal que se le escape a Garrobo.

¿Cómo serán los vinos del futuro? De momento, la catadora ya va avisando: "Esta año la cosecha va a ser peliaguda".