Un arrecife de coral virgen rompe teorías de la biología

MADRID.-  Para los biólogos, la red alimentaria de un arrecife de coral tiene forma piramidal: abajo están los herbívoros, los más numerosos, y en lo alto de la cúspide, los depredadores. Sin embargo, cuando el investigador Enric Sala se zambulló por primera vez en las aguas de Kingman ya pudo intuir que éste era distinto: estaba rodeado de diez tiburones.

CSIC

Una tortuga verde.

"Hay muy pocos sitios que puedan considerarse vírgenes en el planeta, pero éste es realmente un lugar remoto, para llegar hasta allí tardamos cinco días en barco", cuenta este ecólogo marino del Instituto de Estudios Avanzados de Blanes (CSIC). Este ecosistema está situado a unos 1.800 kilómetros de Hawaii, en el atolón deshabitado de Kingman, en el archipiélago de Line Islands, en el océano Pacífico. Allí, una expedición del 'Scripps Institution of Oceanography' de San Diego (California) encontró en agosto de 2005 uno de los ecosistemas que más se puede acercar a la idea de arrecifes coralinos vírgenes.

Todo un paraíso recién descubierto. Sin embargo, esto era sólo el comienzo de las sorpresas que aguardaban a los científicos bajo las aguas. Como acaba de publicar la revista 'Public Library of Science' (PLoS), el equipo internacional con en el que ha trabajado el investigador catalán ha descubierto que el 85% de la biomasa de peces de este arrecife de Kingman está constituida por depredadores superiores, como tiburones, meros o pargos. Es decir, la red alimentaria del ecosistema tiene forma de pirámide invertida, justo lo contrario de lo habitual. "Es como si en la sabana africana hubiera cinco leones por cada ñu", subraya Sala.

¿Por qué aquí han encontrado algo tan distinto? Para el ecólogo marino, el motivo es que hasta ahora el 99,9% de los estudios sobre arrecifes coralinos se habían llevado a cabo en ecosistemas degradados. "Este sitio es como una máquina del tiempo, pues es como meterse en aguas de hace 500 años, antes de que los arrecifes de coral fuesen deteriorados por los humanos", incide el investigador catalán. Como recalca, los científicos deberán replantearse ahora las referencias que tenían de un arrecife de coral bien conservado. "En tierra sabemos bien lo que es natural, pero en el mar lo primero que vimos fue lo que nos enseñó Cousteau", afirma.

Maquinaria de un reloj

Puede parecer extraño que sean más numerosos los animales que coman que aquellos que sean comidos. Sin embargo, como detalla el ecólogo marino, la explicación estaría en las diferencias entre la longevidad y la tasa de renovación. Los escualos, que pueden vivir unos 30 años, tienen un metabolismo muy lento y se reproducen muy poco. Y, al contrario, las especies más bajas en la base de la cadena alimentaria se reproducen cada mes, o incluso cada semana, y tienen millones de huevos. "Es como la maquinaria de un reloj, el engranaje de arriba, el más grande, se mueve muy lentamente, y el de abajo, el pequeño, lo hace muy rápido", explica.

El hallazgo de Kingman tiene una especial importancia para la conservación de estos ecosistemas, más en un momento en el que la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos ha vuelto a dar la voz de alarma sobre la reducción de las poblaciones de escualos en todo el mundo. "Si desaparecen los tiburones, las especies de abajo aumentan de forma rápida, todo el sistema se dispara y se vuelve mucho más impredecible".

Lo de la pirámide invertida no ha sido el único descubrimiento inesperado en este recóndito archipiélago del Pacífico. Otra de las conclusiones interesantes de las investigaciones publicadas en PLoS es la gran capacidad de estos arrecifes de coral para recuperarse. "Es como una máquina ecológica perfecta, resulta muy eficiente, y cuenta con todas las piezas para recuperarse, el problema surge si quitamos alguna de estas piezas pues no funciona igual de bien", destaca el ecólogo, que pregunta a su vez: "tú te subirías a un avión al que le faltan diez piezas, aunque no sepas para qué sirven".