El feminismo 'verde'

MADRID.-  El Día Internacional de la Mujer es una fecha muy apropiada para reflexionar sobre el ecofeminismo. Oí hablar de este movimiento hace relativamente poco tiempo, aunque sí sabía del protagonismo de las mujeres en la defensa del medio ambiente.

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illustriousbean (flickr)

Ilustración sobre la física Vandana Shiva

En los años 50 y 60, las féminas aportaron grandes contingentes al combate contra la contaminación atmosférica desatada por los ensayos nucleares. Y fue también una mujer la autora de la denuncia quizá más impactante del deterioro ambiental generalizado: Rachel Carson, con su libro 'Primavera silenciosa', centrado en los estragos causados por el abuso de DDT.

Hasta ese momento, nadie había hecho del compromiso ambiental de las mujeres un asunto de género. Cierto, existía el antecedente del apoyo de las sufragistas a la campaña contra la vivisección, aquella lucha por los derechos de los animales librada a finales del siglo XIX. Pero fue al calor de la protesta de los años sesenta, cuando algunas se preguntaron si no resultaba demasiada coincidencia el hecho de que muchos de los enemigos de la liberación femenina fueran asimismo agresores del medio ambiente. Las respuestas a ese interrogante cuajaron en una doctrina, bautizada en 1974 por Françoise D’Eaubonne con el término 'ecofeminismo'.

Resumiendo a lo bestia: el ecofeminismo cree en la existencia de una relación directa entre la opresión de la mujer y la explotación de la naturaleza: las dos son el resultado del sistema patriarcal. No por casualidad, observan sus portavoces, en el discurso científico la Naturaleza es asimilada a una hembra susceptible de ser 'conquistada' o 'dominada' por el investigador empeñado en 'penetrar en sus secretos'. Algunas hablan de una especial relación de la mujer con la Gran Madre Tierra, que le viene dada por su maternidad, el origen de esa solidaridad ecológica.

Entre las más conocidas ecofeministas figura la física india Vandana Shiva, que participó en el movimiento Chipko contra la tala de árboles, y que puso en el primer plano del debate global la relación entre mujer, ecología y desarrollo. No se puede implementar políticas de desarrollo sostenibles en el Tercer Mundo, afirma Shiva, si no se tiene en cuenta a las mujeres (campesinas, en su mayoría) y su experiencia con el entorno.

Mujer/naturaleza

A esta corriente no le faltan críticas procedentes del propio feminismo, que la tachan de idealista y romántica. Para sus detractoras, la emancipación femenina se ventila en un terreno exclusivamente humano, y la militancia ecologista supone un desvío de esfuerzos respecto de sus metas principales. Por añadidura, se oponen vivamente a la identificación mujer/naturaleza, a la que consideran una mistificación típica de la ideología machista.

Por otra parte, hay ecofeministas sin ninguna traza de espiritualismo ni de devoción por Gaia. A su modo de ver, la preocupación y empatía de las mujeres con el mundo natural –el resultado de una subjetividad construida socialmente- les vuelve más sensibles a los trastornos ocasionados por una tecnología de concepción patriarcal. Su agenda política se plantea objetivos que van desde la igualdad de los sexos en la toma de decisiones medioambientales, a la sustitución del capitalismo por un orden social en armonía con el entorno.

El desarrollo de estas tendencias me parece sumamente interesante. Nos da un ejemplo más de cómo la crisis ecológica nos arrastra a todos, Norte y Sur, hombres y mujeres, y nos obliga a tomar postura, incluyendo a los movimientos sociales que no tenían al problema ambiental en su agenda y ahora deben hacerle un hueco. Quizá lleve razón la filósofa Alicia Puleo, cuando afirma que el ecofeminismo es el feminismo de los tiempos del cambio climático. ¿Qué opinas?