Lula y Cavaco conmemoran el bicentenario de traslado de la Corte lusa a Brasil

Río de Janeiro.-  Los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y Portugal, Antonio Cavaco Silva, celebraron hoy el bicentenario de la llegada a Río de Janeiro de la corte lusa, que huía en desbandada de las tropas napoleónicas.

ampliar foto

(EFE)

Los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y Portugal, Aníbal Cavaco Silva (i-d), conversan poco antes de la reunión bilateral que hmantuvieroin hoy en el marco de la Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile.

Para recordar este hecho histórico que supuso el primer paso en la independencia de Brasil, ambos presidentes inauguraron una exposición conmemorativa en el Museo Histórico Nacional de Brasil de Río de Janeiro.

Acompañados de sus esposas, los mandatarios acuñaron una medalla en homenaje a la llegada de la corte de Juan I a la ciudad y lanzaron también dos series de sellos con el mismo motivo.

Lula comenzó su discurso recordando cómo, hace doscientos años, por "primera y única vez" en la historia, un soberano europeo se trasladó a América, trayendo consigo un "soplo de energía e innovación que se extendió por Brasil".

Aseguró que las relaciones profundizadas después de que la corte lusitana se instalase en Río de Janeiro constituyeron una apuesta que "tiene historia, pero también futuro".

Señaló que la mayor herencia de este episodio histórico fue la preservación de la integridad territorial de Brasil.

Este hecho constituyó un "impulso decisivo" para consolidar los sentimientos de "identidad y destino común" del pueblo brasileño, así como para la consolidación de los contornos continentales del país" independiente que nacería más tarde, según el presidente.

La corte lusa huyó de Portugal el 29 de noviembre de 1807, a la carrera, un día antes de que las tropas de Napoleón Bonaparte entraran en Lisboa, en el contexto de las guerras que asolaron toda Europa.

Con el apoyo de la marina inglesa, unos 4.500 miembros de la corte se embarcaron junto con 7.000 sirvientes en decenas de barcos, cargados con una gran cantidad de libros de la biblioteca nacional, y un cargamento de oros y joyas, que constituían la mitad de la riqueza nacional del Portugal de la época.

Tras más de tres meses de navegación por el Atlántico, llegaron a Río de Janeiro el 7 de marzo de 1808.

Se encontraron un pobre y carente villarejo colonial con apenas 60.000 habitantes y 12.000 esclavos, en el que la austeridad estaba impuesta por ley.

Los regentes portugueses impulsaron la modernización de la ciudad y del país, aportando avances como la apertura de los puertos, que contribuyó a la independencia comercial de la colonia, y la fundación de la escuela de medicina.

Como recordó Lula, también se asfaltaron los polvorientos caminos y comenzaron a desarrollar la metrópoli que sería capital brasileña hasta 1960 y a levantar suntuosos palacios y edificios de gobierno.

La falta de este tipo de construcciones obligó a los 4.500 miembros de la corte a adaptarse a las duras condiciones de la colonia tropical.

A su llegada a Río, los portugueses usurparon las casas más suntuosas de los nobles locales, que señalaron con una marca de dos letras "P.R", cuyo significado era "Príncipe Regente".

Los jocosos cariocas, lo tradujeron como "Póngase en la Calle" (rua, en portugués).

Tras varios años de aventura brasileña, Juan I tuvo que regresar a Portugal, para recuperar su trono.

Como recordó Cavaco Silva, "Juan I amaba profundamente a Brasil", por lo que le pesó la nueva obligación que le impusieron las Cortes lusas.

Crearon una norma por la que, a partir de ese momento y hasta la actualidad, tendría que pedir permiso antes de salir del país.