La economía y la ecología

MADRID.-  Suele considerarse que la economía es una de las principales causas del deterioro ambiental, lo que suele conducir a un enfrentamiento entre el pensamiento ecológico y el pensamiento económico. Pues bien, quiero transmitir la idea contraria: la economía puede ser uno de los principales instrumentos para paliar los actuales y graves problemas de naturaleza ambiental. Es más, pretendo llegar a la conclusión de que la ecología y la economía como disciplinas científicas tienen un claro horizonte de convergencia.

Empecemos por recordar que la ecología es la ciencia que estudia en qué medida el ambiente influye en los seres vivos que habitan en el mismo. Por otra parte, la economía estudia el comportamiento humano en lo referente a los procesos de elección derivados de la existencia de recursos limitados, para así poder hacer frente a unas necesidades ilimitadas. Es decir, a mitad de camino entre hablar en serio y hablar en broma, la economía es una disciplina 'triste' y 'lúgubre', pues pretende administrar de una manera óptima la escasez.

Según este tipo de reflexión, cabe preguntarse qué relación existe entre la economía y la ecología. La respuesta a dicha pregunta depende básicamente del carácter 'abundante' o 'escaso' que se asigne al medio natural. Así, hasta mediados del siglo XX se consideró implícitamente que el medio natural tenía una capacidad ilimitada de proveer de insumos al sistema de producción económico, así como una capacidad asimismo ilimitada de asimilar los residuos generados por la actividad económica.

Ahora bien, en las últimas décadas, para ser más preciso puede decirse que desde mediados de los años setenta del siglo pasado, el medio natural es claramente 'escaso' en un sentido económico. Esta escasez, se materializa tanto en su función de proveedor de insumos a los sistemas de producción, como muy especialmente en su función de 'sumidero' de los residuos generados por la actividad económica.

Una vez que se reconoce, la escasez del medio natural, las disciplinas ecológicas y económicas no sólo se aproximan considerablemente, sino que se necesitan de una manera perentoria. Es decir, la gestión óptima de la escasez ambiental requiere recurrir de una manera entrelazada a la lógica ecológica, así como a la lógica económica. Dichas lógicas no entran en conflicto entre sí, como a veces se razona desde perspectivas estrictamente monodisciplinares, sino que se complementan de una manera muy efectiva. Intente el lector por un momento caracterizar el manejo sostenible de un ecosistema complejo, como es el caso de un humedal, sin recurrir a herramientas ecológicas o por el contrario sin recurrir a herramientas económicas. Probablemente, dicho manejo conduciría a prácticas insostenibles.

En pocas palabras, hoy en día, la economía sin ecología es pura irrealidad, y el enunciado contrario también es en buena medida cierto. Hace falta una síntesis de ambas disciplinas. Tal vez la relativamente reciente aparición de la denominada 'economía ecológica', que posee ya un pedigrí científico importante, puede constituir un primer paso hacia esta síntesis disciplinar.

*Carlos Romero es responsable del Grupo de Investigación, Economía y Sostenibilidad del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid y premio Nacional de Economía y Medio Ambiente.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).