Pedro Arrojo: "Tampoco sobra sangre en las venas y se hacen transfusiones"

Encabezó las protestas contra el trasvase del Ebro diseñado por el PP, pero ahora aceptaría una transferencia de emergencia a Barcelona para evitar los cortes de agua. Pedro Arrojo (Madrid, 1951) asegura que no ha abandonado el 'barco antitrasvasista' y que sigue defendiendo los mismos criterios que le hicieron merecedor del premio Goldman en 2003. "Comprendo la desconfianza de la gente", afirma en esta entrevista el sociofundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua, organización que ha participado en la planificación hidrológica de Cataluña. "Si a esto se le quiere dar el carácter de una transfusión de emergencia, entonces deben concretarse unas garantías para que sea así".

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EFE

El profesor de la Universidad de Zaragoza, Pedro Arrojo.

-El Gobierno dice que la conducción de agua a Barcelona no es un trasvase. ¿Qué opina?

-Es un trasvase de coyuntura, pero evidentemente, un trasvase. Yo no entro en argucias jurídico-administrativas, en esencia se trata de un trasvase y lo que debe garantizarse de manera creíble es su coyunturalidad. Proponen desmontar los dos extremos del tubo que se construya para que no se pueda reactivar de forma automática, pero debería formalizarse un compromiso serio desde la Generalitat o desde el Parlament de Cataluña con las garantías suficientes para que luego no siga usándose.

-¿Qué piensa de que se lleve agua del Ebro a Barcelona?

-Una vez más, el tema del agua se usa como arma política. Tanto el Partido Popular como CiU están utilizando un grave problema, como es una emergencia de sequía en Barcelona, para sacar el muerto de la caja y volver a poner sobre la mesa la cuestión de los grandes trasvases. Pero una cosa es la planificación, cómo se organiza el futuro del agua de aquí a 20 ó 30 años, y otra resolver una situación concreta de sequía como es la de Barcelona. Se está mezclando y tergiversando.

-¿Hablemos entonces primero de planificación?

-La planificación está muy bien resuelta en Cataluña. Puede considerarse de las más avanzadas de Europa y tiene un perfil nítidamente antitrasvasista. Esta planificación se basa en modernización de redes, aumento de eficiencia, regeneración y reutilización de caudales, integración de aguas superficiales y subterráneas y, en última instancia, desalación. Las tres grandes desaladoras en construcción van a generar 200 millones de m³ al año. Y esto a un coste de poco más de 40 céntimos de euro el m³. Como es evidente, esto descarta el trasvase del Ródano, que costaría más de un euro el m³, y también los grandes trasvases del Ebro. En este último caso, se desechan por tres razones: Primero porque los costes serían similares a los de la desalación con una calidad infinitamente peor (el Ebro en verano ofrecería caudales de 1.500 microsiemens por centímetro de salinidad, mientras que una desalación aporta aguas excelentes de 400 microsiemens). Segundo, por la incertidumbre de la fuente, pues muchos de los años no habría posibilidad de trasvasar caudales. Y tercero, por el conflicto social.

-Pero algo falla de este planteamiento cuando Barcelona se encuentra en esta situación, ¿no?

-Desgraciadamente, esta estrategia llega tarde a esta sequía. Si no me equivoco, las desaladoras van a estar listas en menos de un año y entonces no volveremos a hablar de la sequía de Barcelona. Las desaladoras resultan mucho más operativas, baratas y eficientes que los trasvases, porque funcionan llueva o no llueva. La prueba está en el sureste español. Allí se han vivido estos últimos años condiciones más radicales que las de Barcelona, pero no se ha producido ni un corte de agua. Nadie se ha quejado. Si se hubiera seguido la estrategia trasvasista, estos cortes se habrían producido, porque el Ebro ha estado también en estrés hídrico y la situación entraba dentro del 20% de esos años previstos en la letra pequeña de los anexos del Plan Hidrológico del PP en los que no se podría trasvasar por la sequía.

-¿Y qué piensa de que en el sureste también se pida agua del Ebro? ¿O que se propongan otros trasvases como el del Ródano?

-Cuando el señor Mas habla de hacer el trasvase del Ródano se le tendría que preguntar: ¿Oiga, usted trae el agua del Ródano en tres meses? ¿No? Pues cállese. Y cuando algún político en Valencia dice que también quiere agua del Ebro, preguntarle también: ¿Ustedes tienen alguna emergencia de agua similar al de Barcelona, tienen algún corte de agua en las ciudades? ¿No? Pues cállese. El problema no es dar un tratamiento de privilegio a Barcelona, en el siglo XXI debe hacerse todo lo necesario para que no se produzcan cortes de agua en ninguna ciudad de este país.

-¿Y si llegase a producirse una emergencia similar en alguna ciudad del sudeste?

-Pues si ocurriese, también habría que buscar una solución. Eso sí, cuánto vale llevar el agua del Ebro hasta Almería, pues mira: unos 19 céntimos de euro, más a lo mejor 40 o treintaytantos céntimos de euro el m³ por las instalaciones del trasvase. Seguro que hay otras opciones más interesantes que la del trasvase del Ebro.

-¿Cree que se ha gestionado bien esta sequía en Cataluña?

-Lo cierto es que esta es una sequía que viene avisando desde tiempo atrás y nosotros hemos ido insistiendo en que había que articular estrategias de bancos de sequía, bancos de agua o lo que en la Legislación española se denomina centros de intercambio, para tener una arquitectura social, económica y política preparada. Y luego si se quería se le podían poner velas a 'La Moreneta' para que lloviese. Por desgracia, en la clase política pesó más el evitar que este tema se levantara en periodo electoral, que no el riesgo de lo que podría ocurrir. No ha llovido, han pasado las elecciones y el problema ha reventado en emergencia, sin plazos para levantar y construir esas estrategias de bancos de agua.

-¿En qué consisten los bancos del agua?

-¿Alguien se acuerda cómo terminó aquella sequía de Sevilla del año de la Expo? Pues no fue ni con un trasvase del Miño, ni construyendo una desaladora en Sanlúcar de Barrameda. Se acabó poniendo un anuncio en el periódico. En este anuncio se ofrecía a los regantes del bajo Guadalquivir (allí por suerte tenían a los regantes en la misma cuenca) siete pesetas el m³ a principios de los años noventa. Se pegaron de bofetadas en la ventanilla. Fin de la sequía de Sevilla. Luego dos semanas después empezó a llover. Los bancos del agua de California, también a principios de los noventa, fueron exactamente eso, pero de una manera más institucionalizada. Además, el estado de California puso en marcha una estrategia que es la que debería usarse aquí: Una parte del agua rescatada de la retirada de regadíos se deja directamente en los ríos para reforzar los caudales ambientales en sequía. Y la otra se pone a disposición de los demandantes en emergencia y que han cumplido una serie de requisitos. Reciben el agua pagando el coste íntegro de lo que ha supuesto la recuperación de sus derechos.

-¿Qué soluciones existen para afrontar la emergencia?

-La primera alternativa era aprovechar íntegramente los recursos del acuífero subterráneo del Besos Llobregat, que durante mucho tiempo se han bombeado al mar. El Metro de Barcelona ha llegado a bombear 12 millones de m³ al año. Ese acuífero ya se está aprovechando, pero no todo se puede potabilizar, porque sólo hay una planta pequeña de desalación para desalobrar y depurar este acuífero. La siguiente opción eran los regadíos en el Llobregat y en el Ter, que han sido expropiados a los regantes. Y ya está. En las cuencas internas no quedan más recursos. Colectivos ecologistas y la Plataforma de Defensa del Ebro proponen otras fuentes de reutilización de aguas industriales. Yo creo que ya se han estudiado y dudo que sean de suficiente envergadura. Pero, si existen opciones, deben priorizarse. En ese orden de prioridades, y si sigue sin llover, puede darse la necesidad de traer agua de otras cuencas, trasvasar agua, en barco o por un tubo. En barco ya se está haciendo y creo que la piratería merecería una reforma jurídica a nivel europeo para evitar que se pueda especular con situaciones de emergencia. Van a cobrar 10 euros por m³ y eso es aprovecharse de la circunstancia para hacer negocio. Es inmoral. Y, aún así, tampoco sería suficiente y entonces habría que mirar a la Cuenca del Ebro.

-¿No estaría en contra de que se trasvasase agua del Ebro?

-En la Cuenca del Ebro no sobra agua. La nueva ministra de Agricultura, de Medio Ambiente, o del carajo que sea eso, que yo creo que sigue siendo más Agricultura que otra cosa, dice que son las filtraciones del Delta, pero esas aguas no se pierden. Si se les retiran los derechos de riego a los regantes o se acaba con todo tipo de filtraciones, en diez años tendríamos un territorio salinizado. El riego del arroz tiene una función ecológica y las pretendidas fugas de las acequias cumplen un papel ambiental de primera magnitud. En el Delta no sólo no hay que quitar agua, sino que probablemente hay que llevar. La retirada de regadíos tendría que producirse aguas arriba y organizando un centro de intercambio que permita retirar 5.000 ó 6.000 hectáreas de regadíos. En el Ebro no sobra agua, pero tampoco sangre en nuestras venas y sí se puede hacer una transfusión de emergencia. En este caso, previamente visto que no existan otras alternativas y ratificado que el riesgo en Barcelona sea indemorable, habría que aceptar ese tipo de transferencia, pero, esto es muy importante, respaldado por ese centro de intercambio que evite la degradación del Delta.

-¿No teme caer en contradicciones?

-Alguna gente plantea que se ha abandonado el barco del antitrasvasismo, por parte de algunas personas como yo. No es así. Yo creo que mantengo la coherencia de lo que digo.

-Pero los movimientos sociales que se opusieron al trasvase del PP con usted ahora tampoco ven bien este otro.

-Yo comprendo la desconfianza de la gente del Delta, de los movimientos sociales y ecologistas, que piensan que esto es una gatera que puede convertirse en una leonera. Si a esto se le quiere dar el carácter de una transfusión de emergencia, entonces deben concretarse unas garantías normativas, jurídicas y físicas para que sea así.

-¿En cuatro años, no ha cambiado mucho el discurso socialista en materia de agua?

-Eso es absolutamente cierto y nos tiene a todos perplejos y preocupadísimos. Me da la impresión de que Zapatero ha decidido abrir una segunda temporada, que va a suponer una involución ambientalista y que nos retrotrae a los tiempos de antes incluso del PP.

-Se habla ya de movilizaciones contra este trasvase a Barcelona. ¿Qué piensa?

-Va a haber movilización y lo que ocurra dependerá de cómo reaccione el Gobierno de Madrid. Desde luego, ya ha empezado de modo muy extraño, con una reunión de regantes en Zaragoza en donde el Ministerio ha venido a pedirles permiso, en una especie de pleitesía increíble. Desde esta posición de Madrid se refuerzan las razones de la protesta, pues se colocan del lado de las políticas puramente interesadas de los regantes, que están obsesionados con no disminuir el regadío. Están programadas 300.000 nuevas hectáreas de regadío en el valle del Ebro por parte de la Generalitat, el Gobierno de Aragón y Navarra. Eso es una locura. En perspectiva de cambio climático, tendría que haber una reconversión del regadío a la baja, pero nos hemos pasado 20 pueblos.

-¿No está de acuerdo con la nueva ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa?

-La actitud del actual Ministerio de Agricultura, que yo creo que no está colocándose a la altura de las circunstancias, está entorpeciendo lo que sería una solución moderna, en torno a la articulación de un centro de intercambio en el Ebro, como los que ya se han ensayado y funcionado de manera razonable en el Guadiana o el Júcar. Esto nos va a retrasar y va a introducir más contradicciones. Deben aceptar que la interlocución es social, no puede ser sólo con los regantes, ellos no son los dueños del agua, no son los dueños del río. Es inaceptable que los usuarios privilegiados que más caudales están recibiendo bajo masiva subvención del Estado sean encima los que decidan cómo resolver una emergencia ciudadana. Es una salvajada.