Y tú qué miras

MADRID.-  Seguro que si te gusta la observación de aves, más de una vez te habrás preguntado si a ellas les importa ser objeto de tus indiscretas miradas. Pues bien, parece que sí les importa; de hecho, no les gusta nada la mirada humana. Por primera vez, una investigación realizada por investigadores británicos con estorninos ha demostrado que las aves no permanecen impasibles ante la forma de un ojo humano. Ocurre que para un pájaro, saber si le están observando puede resultar esencial de cara a su supervivencia.

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Un estornino como los utilizados en el experimento.

El descubrimiento lo realizó una estudiante de doctorado de la Universidad de Bristol (Reino Unido). Mediante un experimento de factura sencilla pero ingeniosa, Julie Carter y su equipo pusieron en contacto a humanos y estorninos. Eligieron esta especie por su conducta altamente social, pues tienden a comer juntos cuando encuentran una fuente de alimentos. Tanta sociabilidad crea un clima muy competitivo: el espécimen capaz de evaluar si un riesgo es relativamente pequeño, podrá retornar rápido a la comida, lo cual le permitirá alimentarse más que sus congéneres más dubitativos.

Una vez iniciada la prueba, los científicos repararon en que los pájaros siempre se mantenían lejos de la comida ofrecida si un humano los estaba observando. No se trataba de que les perturbase la presencia humana, sino su mirada. Así lo constataron al ver que, cuando esa persona miraba a otro lado, los pájaros se aproximaban y volvían a picar del plato.

También notaron que si el voluntario participante del experimento orientaba la cabeza hacia los estorninos, estos se alejaban a una prudente distancia; pero si el mismo individuo apuntaba el rostro en la misma dirección, esta vez con una venda puesta sobre los ojos, las aves volvían a recuperar la confianza.

Esto sugiere que dichas aves tienen la capacidad de percibir con precisión la forma de los ojos humanos y sus movimientos, interpretan los investigadores. "El estornino posee un sistema visual muy flexible. Puede enfocar ambos ojos en torno a su pico mientras come, o mirar hacia arriba o hacia atrás, para tener una visión amplia del área circundante", añade la experta.

¿Cómo entender semejantes reacciones? Para Carter su comportamiento viene motivado por razones de pura supervivencia. Entre las aves, explica, las miradas directas poseen un valor estratégico, ya que las aves de rapiña tienden a orientar la cabeza y mirar fijo a sus presas mientras las atacan; de ahí que una mirada directa pueda significar un peligro inminente.

Este experimento, el primero que consigue demostrar de forma evidente cómo responden las aves a la mirada directa de un predador vivo, "es un gran ejemplo de cómo los animales puede reparar en señales muy sutiles y valerse de ellas en su beneficio", comenta la investigadora en un artículo publicado en ‘Proceedings of the Royal Society Biological Sciences’.

Ya se conocían varios de los signos de alarma manejados por las aves para evaluar el peligro planteado por un predador, desde la aparición en el cielo de un ave de presa hasta el revoloteo de otros pájaros o el olor de un hurón; se ha documentado incluso cómo reconocen a la distancia la silueta de un halcón. Al repertorio se añade ahora la orientación de la cabeza y la mirada del posible enemigo.

Para los investigadores todo se explica en función de la adaptación a la lucha por la vida. "Al responder a tiempo a los sutiles movimientos de la mirada ocular, un estornino obtendría una ventaja competitiva sobre sus congéneres menos observadores. Este trabajo ilustra la importancia de considerar señales tan extremadamente sutiles en el proceso de toma de decisiones de los animales", concluye Carter, quien aclara que tras finalizar el ensayo pusieron a los estorninos participantes en libertad.