Varios escritores piden saber la verdad acerca de la muerte de Allende y saldar una deuda con la historia

Gijón.-  Las circunstancias en las que el ex presidente de Chile Salvador Allende murió en el Palacio de La Moneda durante el golpe de estado de 1973 sigue avivando el fuego de la controversia, ya que la versión oficial sobre el suicidio ha sido puesta en duda hoy por escritores que participan del Salón del Libro Iberoamericano de Gijón, que exigen saber la verdad para saldar una deuda con la historia.

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La organización del encuentro literario ha rendido un homenaje al malogrado mandatario chileno al cumplirse el centenario de su nacimiento con una mesa redonda en la que participaron autores de esa nacionalidad, entre los que se encontraban algunos que han formado parte del GAP (Grupo de Amigos Personales) que se encargaban de la seguridad del presidente Allende.

El escritor Bruno Serrano ha manifestado sus dudas sobre la versión oficial, según la cual Allende se suicidó de un tiro en la cabeza al sentirse acorralado por los militares que asaltaban el palacio presidencial, y ha asegurado que la verdad sobre este asunto "es una deuda histórica".

Serrano ha expresado su convicción de que el mandatario del Frente Popular "fue asesinado" por los militares, que fraguaron el escenario para hacerlo pasar como un suicidio para evitar la responsabilidad de un "magnicidio" y sus consecuencias sociales y políticas.

En cambio, el director del Salón del Libro Iberoamericano, Luis Sepúlveda, ha expresado su opinión de que el entonces presidente "se voló la tapa de los sesos porque no quería dejarse matar para que no humillaran el sueño colectivo del país".

El autor de "Un viejo que leía novelas de amor", que en 1973, con 21 años, era el miembro mas joven de la guardia personal de Allende, ha recordado al líder socialista chileno como una persona "de gran humanidad y con un enorme sentido del humor y de la responsabilidad".

Sepúlveda ha evocado como la guardia joven que velaba por la seguridad del presidente le llamaba cariñosamente "el viejo" y se comía los helados de coco que Fidel Castro le enviaba a su amigo Allende desde la afamada heladería Copelia de La Habana como un obsequio personal.

Precisamente, la versión de la Junta Militar sobre la muerte de Allende se basa en que "se pegó un tiro" con una "pistola ametralladora" que le había regalado Fidel Castro el mismo día en que asumió la presidencia.

Serrano, que también fue miembro de la seguridad personal de Salvador Allende, ha considerado necesaria una exhumación del cadáver para que una necropsia saque a la luz la verdad porque "así lo demanda la historia".

La lluvia que cayó hoy con intensidad sobre Gijón ha impedido un acto de homenaje al pie del busto de Allende, que se encuentra ubicado en un parque del barrio de Roces, y que fue inaugurado "en plena dictadura pinochetista" durante un viaje del cineasta Miguel Littin a la ciudad.

En la mesa redonda participaron, además los escritores chilenos Heddy Navarro y Carmen Yañez, el músico Américo Apiano, y el periodista español Mario Amorós, que ha presentado el libro "Compañero Presidente. Salvador Allende, una vida por la democracia y el socialismo".

Amorós ha recordado que este es el cuarto libro que ha escrito sobre Chile y que en esta ocasión ha querido "sacar la memoria de Allende de la tragedia en que se quedó atrapada y recuperar su trayectoria política".

El autor de la biografía ha destacado como "singularidad" el intento de Allende de aglutinar a toda la izquierda de Chile en torno a un proyecto político que pudiera transformar la sociedad.

Heddy Navarro ha dicho que la figura del fundador del Partido Socialista chileno "trasciende por su coraje y por la fuerza de sus ideas, aún vigentes".