En busca del plutonio perdido

Al Reino Unido se le perdió un poco de plutonio, y ya se sabe que a este peligrosísimo elemento no se le puede dejar suelto, ni siquiera en cantidades minúsculas. Recuperarlo será la misión de los submarinos robots que escrutarán las costas de Escocia, en el marco de uno de los programas de recuperación ambiental más vastos emprendidos en Europa.

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jack_spellingbacon (flickr)

Vista de la la central nuclear de Dounreay.

El origen del problema se remonta a los años 80, cuando se descubrió que, sin que aún se sepa cómo, algunas varillas de combustible radiactivo habían ido a parar accidentalmente al mar aledaño a la central nuclear de Dounreay, en la costa escocesa de Caithness.

Al conocerse el hecho, las autoridades clausuraron la playa de la zona; desde entonces, las olas no han dejado de arrojar partículas de plutonio de tamaño similar al de los granos de arena. La más grande localizada hasta el momento mide seis milímetros de diámetro: una porción suficiente para causar la muerte del que se la trague.

Los reactores de reproducción rápida de Dounreay fueron el mascarón de proa del programa nuclear británico. Se trata de un modelo diseñado para utilizar plutonio como combustible, pues en los años 50 el uranio escaseaba en el Reino Unido. Al abaratarse este último mineral, la central perdió rentabilidad y fue cerrada en 1994, dejando un legado de contaminación.

El año pasado, los tribunales locales le impusieron a la Agencia de Energía Atómica británica una multa de 140.000 libras (175.000 euros) por los errores que llevaron al vertido en la playa de Dounreay, una cantidad insignificante si la comparamos con los 2.500 millones de libras esterlinas (unos 3.100 millones de euros) que costará la limpieza del sitio.

Con ese propósito se demolerán todas las instalaciones del sitio y se evacuarán los elementos irradiados y residuos radiactivos allí almacenados; de cumplirse el calendario propuesto, hacia el año 2025 el lugar recuperará su aspecto anterior a la construcción de la central atómica.

La misión de los submarinos robots forma parte de ese proyecto de restauración medioambiental. Leo en 'The Guardian' que los sumergibles han sido equipados con contadores Geiger y una especie de aspiradora, mediante la cual capturarán las partículas sospechosas.

La costosa operación (su presupuesto ronda los 32 millones de euros) ha sido dispuesta por la citada Agencia de Energía Atómica tras las continuas quejas formuladas por los países nórdicos, preocupados por la contaminación de las aguas marinas y su eventual repercusión en la industria pesquera. También han pesado en la decisión, sin duda, las reiteradas protestas antinucleares centradas en Dounreay, como la protagonizada en la playa del complejo por miembros de la asociación Surfers Against Sewage (Surferos contra las Aguas Residuales).

Como viene siendo habitual en estos casos, algunos lugareños temen las consecuencias económicas de la erradicación de la central, cuya vigilancia y desmantelamiento representan una modesta fuente de empleo, según recoge el periódico británico. Para mitigar ese impacto se barajan proyectos orientados a aprovechar el movimiento de las mareas (maremotriz).

Escucharemos más noticias similares a medida que se vayan iniciando los trabajos de descontaminación de gran parte de los centros más emblemáticos de la Era Nuclear. Las abultadísimas facturas generadas por su limpieza aportarán un interesante contrapunto a las ventajas atribuidas a la energía atómica por sus partidarios. Más madera para la polémica.