Con la crisis de los alimentos golpeando al planeta, el precio del crudo en máximos históricos y una sensación extendida de escasez, la doctrina de Jeffrey D. Sachs sobre cómo hacer frente a una inminente catástrofe global no podría ser más oportuna.
Su último libro 'Common Wealth: Economics For a Crowded Planet' ('Riqueza común: economía para un planeta abarrotado') trata nada menos que del futuro de la humanidad. Y es una llamada a las armas. Eso es lo que hizo esta semana en Madrid durante su conferencia en ExpoManagement, ante una audiencia de miles de directivos a quienes cautivó con datos sólidos, una brillante puesta en escena y la persuasión irresistible de un discurso al mismo tiempo alarmista y esperanzador.
La tesis básica de este prestigioso economista estadounidense, profesor de la Universidad de Columbia, director del Earth Institute y asesor del Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, es que en el planeta Tierra hay demasiada gente e insuficientes recursos naturales para garantizar su supervivencia.
"Esta generación se enfrenta a desafíos que nunca ha visto la humanidad", dice. "Nuestra capacidad para destruir el planeta en un tiempo muy breve nunca ha sido mayor".
Para el año 2050, señala Sachs, la población mundial podría crecer hasta los 9.200 millones de personas desde los 6.600 actuales, un aumento de 2.600 millones de seres humanos que es "una cifra demasiado grande para que el sistema actual pueda absorberlos sin problemas".
Al mismo tiempo, argumenta este economista, la presión sobre los recursos tampoco tiene precedentes. "Hemos construido más de 60.000 pantanos en las cuencas fluviales del planeta; la mayoría de los ríos ya no discurren. Hemos interferido con el ciclo natural del carbono incrementando el CO2 de la Tierra en un tercio -al ritmo actual, se duplicará para mediados de este siglo. Hemos alterado el ciclo del nitrógeno con los fertilizantes y envenenando los pozos de agua".
Según Sachs, la explosión demográfica y el cambio climático son sólo dos de las cuatro amenazas a las que se enfrenta nuestra civilización. Los otros dos jinetes del Apocalipsis son la pobreza extrema -en particular en Africa- y la ineficacia de gobiernos que se dedican a pelear en lugar de buscar soluciones, en particular la administración Bush.
"Mi Gobierno, en Estados Unidos, es incompetente: cuando ve un problema manda al Ejército", afirma. "Pero los militares no van a resolver el problema de la escasez de agua y de comida. Estamos librando guerras en las zonas secas del Planeta, desde Afganistán a Pakistán o el Cuerno de Africa en lugar de invertir en desarrollo agrícola".
Sachs opina que en este siglo, la humanidad podría verse azotada por dos tipos de crisis: de violencia y ecológica. Esta última, dice, procedería de la errónea premisa de que el planeta dispone de suficientes recursos para sustentar un crecimiento indefinido. "Un colapso ecológico conduciría a un colapso político", advierte.
Es refrescante escuchar a un economista estadounidense afirmar que las fuerzas del mercado por sí solas no nos sacarán del lío que hemos provocado. Para escándalo de muchos colegas anglosajones, Sachs ha perdido la fe en la capacidad de los mercados para repartir los recursos naturales de manera que se genere una prosperidad sostenible a nivel global.
En su opinión, la crisis actual requiere una nueva economía del siglo XXI y una "cooperación planetaria. En este siglo, nuestra sociedad global florecerá o perecerá dependiendo de nuestra habilidad de acordar internacionalmente objetivos y fórmulas concretas para alcanzarlos". Entre esas metas están la construcción de sistemas sostenibles en el uso de recursos, estabilizar la población mundial en torno a los 8.000 millones, con la ayuda de anticonceptivos y planificación familiar, y acabar con la pobreza extrema para el año 2025.
Sachs cree también prioritario invertir en nuevas tecnologías, desde el ámbito energético hasta el desarrollo de variedades de semillas más resistentes, cultivos que aguanten mejor las sequías. Su argumento: aplicar los conocimientos y técnicas que el ser humano ha venido utilizando para apropiarse del medioambiente en lograr su reparación. "Las barreras", dice, "no están escritas en las estrellas sino que dependen de nuestra limitada capacidad para cooperar". La idea subyacente es que la humanidad podría resolver todos los problemas a los que se enfrenta si actúa de manera racional y consensuada.
Más batería tanto para los adeptos a este defensor de la cancelación de la deuda de los países pobres y también para quienes lo consideran un visionario peligrosamente ingenuo.
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