Un fotorreportero contra el horror de la contaminación

Entre las estupendas exposiciones organizadas por Photoespaña, recomiendo la dedicada a W. Eugene Smith. El fotorreportero estadounidense, además de cubrir con legendarios reportajes la Segunda Guerra Mundial y la España franquista, coronó su carrera con un alegato contra la contaminación ambiental que hizo historia.

W. Eugene Smith

"Tomoko Uemura en su baño", una 'Piedad' ecologista.

El fotógrafo de Wichita vivió a fondo la época dorada del fotoperiodismo, la que se extiende de los años 30 hasta los años 70; y tuvo el privilegio, la suerte, el mérito, o todo eso junto, de hacerlo en los mejores medios y en compañía de los más formidables profesionales: la revista Life, el semanario Newsweek y la agencia Magnum.

A lo largo de ese recorrido, Smith llevó el ensayo fotográfico a su grado más excelso, y lo remató con la serie consagrada en 1972 a las víctimas de Minamata.

Este pueblo japonés de pescadores estaba siendo azotado por un síndrome neurológico capaz de matar a los adultos y causar deformaciones congénitas a los fetos. Poco a poco se fue identificando su origen en la contaminación por mercurio de los peces y mariscos de la bahía, provocada por los vertidos de Chisso Corporation. La empresa respondió a las acusaciones de forma torticera y mendaz, desviando los vertidos a un río –contaminándolo a su vez-, ocultando información a los expertos oficiales y financiando investigaciones que achacaban la enfermedad a otras causas (¿les suena?). Típicamente, el presidente de la compañía convocó a la prensa para beber un vaso de líquido supuestamente tratado con el sistema de depuración de la fábrica, gesto que resultó un completo montaje. Desde 1956, cuando sonó la alarma entre los pobladores, se entabló una lucha épica entre los pescadores, los afectados y la poderosa corporación, que se prolongó a lo largo de la década de los ’60 y de los ’70.

Para ese entonces, Smith se había casado con una japonesa, circunstancia que contribuyó a familiarizarlo con el tema. En 1971, ambos se establecieron en Minamata, donde permanecieron tres años con el único objetivo de ayudar a difundir la causa de los afectados. 'Tomoko Uemura en su baño', la pieza central de su fotorreportaje, es una 'Piedad' ecologista: la madre compone una Madona de nuestro tiempo, y la niña, una inocente víctima del ecocidio. Foto posada, zanja de un plumazo interminables discusiones sobre la superioridad intrínseca o de las tomas 'espontáneas'. En lugar de mostrar en primer plano las deformidades de Tomoko –como estipula el canon de la foto-impacto-, Smith optó por la sutileza del claroscuro, y en vez de centrarse exclusivamente en el horror de la tragedia, cuidó de rodearlo de amor maternal.

La pagó caro. A sus 54 años, los matones de Chisso Corp. le propinaron una paliza bestial, de la que nunca se recuperó. Pero como en una película con final feliz, los villanos no pudieron evitar que los negativos llegaran a las rotativas de 'Life'. El asunto ya era una vergüenza nacional; con esas fotos se convirtió en un escándalo mundial.

Tomoko murió de neumonía en 1977, a los 21 años. Al año siguiente falleció Smith. Hacia el año 2001, 1.784 víctimas del síndrome de Minamata habían muerto, y otros miles seguían reclamando sus indemnizaciones. Mas la lucha no fue en vano: hito del ambientalismo japonés, contribuyó a la democratización de la sociedad nipona.

Cuando Susan Sontag habló del fotógrafo como héroe moderno, tenía en mente a personajes como Smith. "Soy un cínico compasivo", decía de sí mismo, "y sin embargo creo que soy uno de los fotógrafos más positivos que haya. He tratado que la verdad se impusiera a mis prejuicios. Y me he tomado mucho esfuerzo. Ha valido la pena".