La caja de sorpresas del mundo marino

¿Cuántos seres viven en el medio marino? Responder a tan difícil pregunta es el objetivo del Censo de Vida Marina, una iniciativa científica sin parangón. De los progresos en el inventario nos enteraremos la próxima semana en Valencia, donde la Conferencia Mundial sobre Biodiversidad Marina reunirá a unos 500 biólogos, ictiólogos y oceanógrafos de todo el orbe. Allí se conocerán las últimas curiosidades salidas de las profundidades, enormes estrellas de mar y bacterias y moluscos colosales.

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Census of Marina Life

En el cónclave se presentará además la primera evidencia molecular del ancestro común de gran parte de los pulpos de aguas profundas; un antepasado que todavía fatiga los Mares del Sur. La gran migración de los octópodos se inició hace 30 millones de años, cuando un gran manto gélido cubrió la Antártida. Los investigadores averiguaron que en las corrientes heladas, saturadas de sal y oxígeno, evolucionaron diferentes especies, algunas de las cuales perdieron sus sacos de tinta, inútiles en la oscura noche abisal.

Muchas novedades proceden de esa caja de sorpresas, el "nuevo continente" ubicado en el lecho del Atlántico medio. Otras formas de vida sorprendentes se agazapan en cañones submarinos o en recónditas fuentes hidrotermales. Para muestra, la "ciudad" de ofiuras localizada en la cúspide de una montaña sumergida en las cercanías de Nueva Zelanda, donde decenas de millones de equinodermos se apiñan codo con codo.

Aparte de precisar el número de especies marinas existentes, actualmente situado en torno a 120.000 (se estima que el total oscilará entre 230.000-250.000, de los cuales unas 20.000 corresponderían a los peces), el Censo determinará la distribución de los animales, sus cambiantes hábitats y sus pautas migratorias. "Vamos hacia una pintura global de sus desplazamientos, tanto si se hallan girando en remolinos del tamaño de Irlanda como si están navegando 8.000 kilómetros entre cuencas océanicas. Por primera vez comprenderemos cómo la conducta se combina con el entorno para determinar el movimiento de muchos de ellos", dice el especialista en calamares Ron O'Dor.

Otro objetivo pasa por plasmar en mapas globales la riqueza piscícola, sus variaciones lo largo del tiempo, y los focos de biodiversidad marina y su extensión, junto con estimaciones de la biomasa en diversos niveles de la cadena alimenticia (por ejemplo, la profusión de atún de aleta azul a principios del siglo XX, documentada con informes de pesquerías y revistas de pesca); en definitiva, estimaciones de una abundancia ya perdida o camino de perderse. La mayoría de las especies catalogadas dispondrán de una página web en la Enciclopedia de la Vida, con su "código de barras" genético.

Este programa de biología marina, el más vasto y complejo jamás emprendido, arrancó hace ocho años, con unas metas y unos plazos que muchos juzgaban inalcanzables. Hoy, el trabajo avanza a buen ritmo, en parte gracias a los patrocinios. Ian Poiner, responsable del Comité Científico del Censo, no oculta su asombro ante "la calidad de nuestros colaboradores, desde la productora francesa Galatée, cuya espectacular película Océanos se estrenará dentro de un año, hasta entes gubernamental como 'Nippon Foundation' y las empresas petroleras Total, Chevron, Petrobrás y BHP Billiton". Toda una demostración del lado sonriente de la globalización, con la ciencia, las multinacionales y los gobiernos unidos en pos del conocimiento de nuestro entorno.

"El impresionante número de descubrimientos históricos de los últimos dos años revela la riqueza de lo que resta por descubrir", comenta Myriam Sibuet, vice-presidenta del Censo, en el comunicado de prensa institucional. Y el biólogo Paul Snelgrove concluye: "El Censo puede ofrecer un nuevo mapa, una nueva biogeografía de toda la vida oceánica".