La contaminación lumínica y los insectos

El derroche de luz de las ciudades está afectando de muy diversas formas a los animales. Según investigadores de la Universidad de Valencia, la contaminación lumínica perjudica la visión, orientación, y reproducción de los insectos. Y es que la luz artificial externa de nuestras ciudades, además de no dejarnos ver las estrellas, afecta de forma negativa a los ciclos vitales de estos pequeños invertebrados.

Conscientes de esta situación, científicos del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia han trabajado durante cuatro años para diseñar una nueva herramienta que, a través de un análisis informático fotográfico, mide con exactitud los efectos de la excesiva luz de las urbes sobre los insectos.

Los expertos aseguran que cuando una mariposa nocturna se expone más de diez minutos a la luz de una bombilla pierde su sensibilidad visual. Unos 30 minutos después la recupera. En cuanto a la reproducción, las hembras tienden a concentrar la puesta de huevos en las zonas próximas a la luz, y esto facilita la predación y reduce el éxito reproductivo.

Entre los insectos perjudicados por este tipo de polución se encuentra la mariposa nocturna Graellsia isabelae, una especie protegida por la Unión Europea que se ve especialmente atraída por las luces de vapor de mercurio. Como explican los científicos, "los insectos tienen un comportamiento denominado 'vuelo hacia la luz' y la iluminación artificial puede producir tres tipos de efectos: el de cautiverio o fijación, cuando el animal se ve atraído por el efecto luminoso e impacta contra la bombilla, o bien orbita a su alrededor hasta morir; el efecto barrera, producido cuando la luz artificial de la noche interrumpe los movimientos de larga distancia de los insectos; y el efecto aspirador, que ocurre cuando el exceso de claridad hace que estos animales dejen su hábitat atraídos por la luz.

Además de estos pequeños invertebrados, otras muchas especies, especialmente adaptadas a la oscuridad, se ven afectadas por el exceso de iluminación de nuestras ciudades. Bien para no ser descubiertos por sus depredadores o para que éstos no vean sus ataques, la noche resulta fundamental para la supervivencia de muchos animales. También los que son de costumbres diurnas necesitan refugiarse cuando cae la noche para no ser presa de aquellos que aprovechan la oscuridad para cazar.

En el hábitat nocturno sucede la mayor parte de la actividad biológica del mundo salvaje. A la caída del sol, los animales nocturnos despiertan. Todo tipo de clases y órdenes del mundo animal han desarrollado en la noche sus sentidos. Aunque vivan en la negrura de la noche, algunos muestran coloridos muy llamativos, como la rana arbórea de ojos rojos (Agalychnis callidryas).

Incluso durante la noche, muchas flores producen un fuerte olor para atraer a sus insectos polinizadores. Los murciélagos son ciegos, y sin embargo en la noche gozan del más sofisticado radar que algunos incluso comparan con un sistema sonar. Y también la mayoría de los lepidópteros son nocturnos y algunos, con el batir de sus alas, crean vibraciones que distorsionan el ultrasonido emitido por los murciélagos, haciéndose así invisibles.

La contaminación lumínima también es la responsable de que no podamos ver las estrellas en el cielo de muchas ciudades. Y es que el 20% de la población mundial, incluida más de la mitad de los habitantes europeos, no puede disfrutar de una observación clara del cielo nocturno.

Con todo, es importante proteger la noche y su oscuridad. En Canarias llevan mucho tiempo dando ejemplo de cómo mejorar la normativa para alumbrar de forma inteligente sus ciudades. Gracias a ello, España fue pionera con la aprobación de una Ley de la Calidad del Cielo de Canarias, cuyo objetivo es proteger la observación nocturna en la isla de La Palma, Reserva de la Biosfera y lugar privilegiado de la Tierra para observar astros.

Otras campañas, como la que lleva a cabo la Universidad de Murcia, 'Cielo Oscuro', buscan conseguir la elaboración de normas eficaces que protejan el medio nocturno y prevengan la contaminación lumínica. Una iluminación sin emisión al cielo, la limitación de niveles de luz —como los que establece el Instituto de Astrofísica de Canarias—, bombillas de sodio de baja presión (las de vapor de mercurio, aquellas que aportan una luz blanca, son las más dañinas para la biodiversidad) y una gestión inteligente del alumbrado son algunas de las soluciones que propone esta iniciativa.

Más información

• Campaña Cielo Oscuro (UM)
• Cel Fosc - Asociación contra la contaminación lumínica

* Amanda del Río es ambientóloga y trabaja en la Fundación Global Nature

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).