Regalos que nos avergüenza pedir

Si en el anterior post os sugeríamos regalos a terceras personas para poder beneficiaros de ellos, en este destacamos objetos que nos encantarían que nos regalaran, pero que seríamos incapaces (hasta el momento) de adquirir por nuestros propios medios. Cosas que hacen el deleite de casi cualquier mortal, pero que nos avergonzaría admitir ante amigos y conocidos que hemos comprado nosotros.

Muchos de vosotros ya estaréis especulando sobre qué elementos pueden fascinar al tiempo que sonrojar su compra. Los más osados habrán supuesto extraños artefactos de venta exclusiva en tiendas eróticas, sexshops o en algún extraño bazar. Sin embargo, lo que a los Infames nos ruboriza no es el chocolate para escribir (paladear) sobre la piel o los libros eróticos-pornográficos.

Quiero el 'Libro de las Horas de Carlos V'

Uno de los objetos que nos gustaría, pero del que carecemos el valor para conseguirlo, sería un 'auténtico' facsímil. Una réplica exacta a la original de una de las obras clásicas de la literatura universal. El tamaño a veces descomunal, las cubiertas de piel o el pergamino de sus hojas convierten a esta falsedad consentida en una pieza codiciada por todos los lectores de los suplementos culturales. Los calderones, los miniados y la tipografía (que alguno tomará como modelo para tatuarse) convierten a estas obras en elementos perfectos de decoración de salón. ¡Qué elegancia para la mesita central junto al angelito de porcelana tener 'El Códice de El Escorial' o el 'Libro de Horas de Carlos V'.

Para todos aquellos que por su elevado precio no puedan obsequiarnos con un ejemplar facsímil, aconsejamos otro presente. De material barato (cartón), pero no menos decorativo, se encuentran las cajas de libros. Entiéndase bien, nos referimos a esos cubículos vacíos en el interior y que al exterior fingen los lomos de los libros. Colocados en las estanterías, amplían falsamente la biblioteca familiar, aportando porte y distinción. Tradicionalmente han sido usados en grandes almacenes y tiendas de decoración, pero ahora desembarcan en los hogares con multitud de funciones. En su interior se cobija espacio como simple caja, archivador o joyero. Nuestro favorito, sin dudarlo, el libro-bar: practicidad y estilo en uno.

¿O mejor esta caja libro supersecreta?

Los que renuncien a los ampulosos regalos y prefieran algo más sencillo para disfrutar en soledad, la lamparilla para libros. No se trata de la clásica lámpara de noche sobre la mesilla, ese flexo metálico heredado del hermano mayor que acompasa las lecturas nocturnas al son de la queja del compañero de cuarto por el exceso lumínico. La lamparilla para libros aporta una gran pinza que permite sujetarla a las tapas para que la luz impacte directamente. Con este artefacto de apariencia ridícula se acabaron las pesadas palmatorias, los gruñidos malsonantes, o el levantarse a apagar la luz.

Por último y por no alargar esta sui generis carta a SS.MM los Reyes Magos, les pediremos, en un arrebato de modernidad, un libro electrónico. Aunque existen varias plataformas, y todavía su implantación no es generalizada, parece que ésta sólo es una cuestión de tiempo. Amantes de papel y del formato libro tradicional, el tacto siempre nos ha traicionado, tenemos grandes expectativas con los modelos digitales a medio o largo plazo. Es un buen momento para ponerse las pilas en el manejo de estos utensilios que nos cambiarán, o no, la manera de leer. La compatibilidad existirá y al final lo lógico será que así permanezca. En caso contrario siempre musitaremos papel, papel, papel.

Puntualización infame: os recordamos que todavía estáis a tiempo de votar el mejor libro del año. Lo único que debéis hacer es registraros y elegir entre los libros que han aparecido en esta sección a lo largo de 2008. Votad a vuestro favorito, las posibilidades son extensas. El plazo acaba hoy martes a las 23:59.

*Alfonso Tordesillas, Gonzalo Queipo y Francisco Llorca forman el colectivo literario 'Tipos Infames'.