El GP de Australia, uno a uno: Brawn GP, en memoria de Rob Walker

Había una época en que los equipos formados por voluntad, pocos recursos y mucho coraje también luchaban por los triunfos contra los todopoderosos oficiales. Escuderías privadas, o independientes, les llamaban. Y uno de sus emblemas fue Rob Walker, heredero de la famosa destilería que lleva su apellido. Su afable carácter jamás se tradujo en coronas mundialistas, pero gracias a Stirling Moss consiguió ganar el GP de Mónaco de 1961 y, de paso, regalar a Lotus su primer triunfo en un GP. Hoy, Brawn GP ha emulado la gesta de Rob y nos da serias esperanzas de futuro para la F-1. ¿Estamos ante la era de los modestos? Ah, y señores de Honda, ¿se han dado cuenta de la dimensión de su error?

Peter Steffen (EFE)

Esta mañana la escudería Brawn GP tenía motivos para celebrarlo.

1. Jenson Button (Brawn GP-Mercedes): De antiguo ídolo defenestrado a nuevo héroe nacional en apenas medio año. El inglés optó por el silencio cuando Damon Hill, entre otros, le invitó a tomar el camino del retiro, a final de 2008. Este triunfo le rescata moralmente y le permite pasar cuentas a sus detractores. Sin embargo, Button tampoco defraudó a sus críticos, ya que no acabó de estar al nivel prestacional del coche. Sebastian Vettel consiguió aguantar su ritmo a pesar de rodar con un monoplaza muchísimo menos estable en frenada y viraje que el suyo. Seguramente, de haber intercambiado volantes, Vettel habría ganado la carrera con un margen holgadísimo... y Jenson habría batallado para entrar en la zona de puntos con el Red Bull. Ya se sabe, en la F-1 cuenta más el coche que el piloto, pero determinadas actuaciones (y esta es un ejemplo) nos hacen distinguir al superclase del extraordinario.
2. Rubens Barrichello (Brawn GP): Podio de rebote. Su monumental error en la salida estuvo a punto de dar al traste con su GP. A partir de ahí, el brasileño supo sufrir en carrera y se llevó un regalo inesperado. Igual que Button, Rubens tampoco consiguió demostrar sobre la pista la superioridad de su coche, especialmente palpable en los virajes a alta velocidad, donde ni siquiera tenían que efectuar correcciones con el volante.
3. Jarno Trulli (Toyota): El italiano firmó la carrera soñada, aunque un error se la arruinó. Salida desde el 'pit lane' y con nulas opciones, estrategia bastante conservadora y, voilá, logró subirse al podio. Sin embargo, los jueces decidieron sancionarlo por adelantar a Hamilton con el coche de seguridad todavía en pista, lo que le supuso 25 segundos de sanción y pasar de la tercera a la decimosegunda posición.
4. Lewis Hamilton (McLaren-Mercedes): Cuando lo tildaba de "superclase" en la previa de la temporada me refería a carreras como esta. El inglés volvió a estar muy por encima de las posibilidades reales de su coche y aplastó a aquellos equipos que hasta ahora habían mojado la oreja a McLaren durante la pretemporada. Su agresividad y el riesgo estratégico (fue de los que montó gomas blandas en el primer 'stint' —antes de la primera parada—, de apenas diez vueltas) suplieron la salida desde la última posición de parrilla. Falta ver si su cuarto puesto de hoy es igual de ficticio que el de Fernando Alonso en Australia 2008 o atisba el inicio del progreso técnico de la escudería inglesa.
5. Timo Glock (Toyota): El alemán vivió un Gran Premio algo desconcertante. Como Trulli, salió desde el 'pit lane'. En el ecuador de la prueba protagonizó un trompo, mancha que supo tapar con un sensacional adelantamiento a Alonso en la fase final de la carrera.
6. Fernando Alonso (Renault): Excelente resultado, dadas las circunstancias... El asturiano quedó seriamente perjudicado por su obligada excursión a la grava del primer viraje. Su R29, seguramente con el fondo plano y el difusor tocados (y ya sabemos lo importantes que son estos elementos con la nueva normativa), tuvo que jugar a la defensiva toda la carrera. Dice el bicampeón que "mejor tres puntos (en realidad cuatro) que ninguno", y realmente tiene toda la razón. Resta por ver si las prestaciones reales del Renault son las demostradas en Melbourne. En tal caso, en 2009 tocará sufrir. Otra vez.
7. Nico Rosberg (Williams-Toyota): De más a menos. El alemán dominó las sesiones libres del GP, rodando rápido tanto cargado de gasolina como en simulacros de clasificación. Sin embargo, su estrella se apagó el sábado a mediodía. En la carrera, Rosberg peleó con la agresividad de siempre, pero la mecánica y un fallo en el primer repostaje le robaron una más que merecida posición de podio. Aun así, el último coche de seguridad le permitió pescar puntos.
8. Sébastien Buemi (Toro Rosso-Ferrari): Un debut con premio. El suizo volvió a regalar un punto (dos tras la sanción a Trulli) a su país mucho tiempo después de que su último gran nombre, Marc Surer, dijera adiós al Gran Circo. Buemi protagonizó una carrera marcada por la perseverancia. Evidenció que su ritmo de carrera es algo mejor que el de su compañero Bourdais, que al final robó un punto, lo que asoma los primeros tambores de guerra en el seno del equipo B de Red Bull.

Merecieron más:

Sebastian Vettel (Red Bull-Renault) y Robert Kubica (BMW Sauber), abandono: El choque en la fase final de la carrera arruinó un importante resultado para ambos, además de una sanción económica para Vettel, quien tendrá que salir diez puestos por detrás de la 'pole' que logre en Malasia. Como hemos podido comprobar, los coches pueden rodar más juntos que antaño, pero al hacerlo con alerones más grandes, esta pieza es más susceptible a las roturas que antaño. Incidentes al margen, bravo por los dos.

Sebastian mantuvo siempre en el horizonte de los cinco segundos al Brawn GP de Button, consiguiendo igualar sus cronos a pesar de tratarse de un monoplaza netamente superior. A razón de lo visto hoy, el alemán puede ser un serio candidato al título. En cuanto a Kubica, el polaco fue de menos a más. A pesar de rodar sin KERS (el polaco es el piloto más alto de la parrilla, y su elevado peso impide a los ingenieros montar el aparato sin perjudicar el reparto de masas del coche; Heidfeld, en cambio, sí puede llevarlo), estuvo siempre en tiempos competitivos y demostró la agresividad que tanto le caracteriza en la fase final de la carrera. Anoten su nombre en las agendas.

Por cierto, un detalle. De haberse aprobado la norma de "las victorias" impulsada por Max Mosley, el duelo entre Vettel y Kubica quedaría algo "desincentivado". ¿Para qué pelear por ser segundo si lo que cuenta es ganar?

Los demás:

Force India ha dado un gran salto adelante en materia de competitividad con la adición del motor Mercedes. Este año, los puntos dejarán de ser una quimera, siempre que sus pilotos no cometan errores de novato como el de Fisichella en el primer repostaje. El italiano se pasó de largo su zona de detención y tuvo que ser auxiliado por sus mecánicos... y todo ello el día de su 200 GP.

R. Weihrauch (EFE)

Robert Kubica protagonizó un espectacular duelo con Sebastian Vettel, que acabó con los dos fuera de pista.

Ferrari revivió su calvario de 2008 con un fallo mecánico (Massa) y un accidente estúpido (Räikkönen). El brasileño volvió a estar muy por encima de su compañero, que parece igual de acomodado y despistado que la temporada pasada. Queda mucho camino por delante, pero Kimi tendría que ponerse las pilas si no quiere verse obligado a soportar constantes titulares encabezados con las palabras "Fernando Alonso..."

Los detalles:

Adelantamientos: Un primer análisis triunfalista nos lleva a pensar que en Australia vimos más adelantamientos que en temporadas anteriores. Sin embargo, no podemos dejar de lado que el Albert Park es, junto a Canadá, uno de los trazados más permeables a esta clase de maniobras. Zonas rápidas constantemente jalonadas de fuertes frenadas son el ingrediente ideal para ello. En Sepang valoraremos más detenidamente si lo de hoy es una realidad o una falsa apariencia.

TV3: La cadena catalana firmó una retransmisión brillante. Josep Lluís Merlos y los suyos repescaron la pasión por la F-1, sin más. Ni el empalagoso alonsismo de La Sexta (recordemos que Fernando está en nómina de la cadena por sus "exclusivas entrevistas"), ni el antialonsismo que se acostumbraba a achacar (la mayoría de veces con razón) a TV3. Merlos evidenció cómo de grande y entretenida puede ser una retransmisión con un apasionado y entendido en la materia al frente. Si a todo ello le sumamos los interesantísimos comentarios técnicos de Joan Villadelprat, a la par en cuanto a calidad por los demostrados por Pedro Martínez De la Rosa hasta la fecha, miel sobre hojuelas. En el otro platillo de la balanza, quizá el papel algo secundario (y a veces poco justificable) de Francesc Rosés y, especialmente, Francesc Latorre, y la reportera de boxes, Laia Farré, que volvió a demostrar serios problemas para hilvanar un discurso improvisado en antena y, más aún, no ofreció información demasiado relevante para el espectador.