La huelga paraliza a varias de las grandes empresas vascas

Vitoria.-  La huelga de los transportistas por el elevado precio de los carburantes ha paralizado hoy varias de las grandes empresas de la industria vasca, obligando a cerrar, entre otras, a fábricas como Mercedes-Benz, Fagor Electrodomésticos o la de autobuses de Irizar.

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La tercera jornada de paro ha seguido con incidentes aislados, que han llevado a la detención de un camionero integrante de un piquete en Irún, mientras que unos 180 camiones y furgonetas de transportistas han llevado su protesta al centro de Bilbao, causando una caravana que ha causado retenciones de tráfico.

Las consecuencias del paro se dejan notar cada vez más en las grandes empresas vascas: la mayor parte de ellas no pueden ni recibir material ni distribuir el producto ya fabricado.

Entre las cerradas están Mercedes, Fagor electrodomésticos, Irizar y Orona, mientras que otras como Bridgestone se plantean parar hoy y Michelin, con casi cuatro mil trabajadores, prevé parar mañana por la noche si el paro sigue.

No sólo las grandes están afectadas, ya que el paro está paralizando sectores como la industria auxiliar del automóvil, la construcción y químicas.

Ante la posibilidad de que se prolongue, la patronal vizcaína ha advertido de que varias empresas se están informando sobre la tramitación de expedientes de regulación de empleo.

En Irún, la zona que concentra colas de vehículos en el paso fronterizo, que alcanzan los siete kilómetros en sentido a Francia y los tres en dirección a San Sebastián, la situación sigue parecida a días anteriores.

Allí, miles de camioneros de diferentes nacionalidades se ven obligados a convivir, donde pasan las horas con escasez de comida, bebida y aseo mientras "conversan", a veces con señas, sobre el oficio y la familia.

Mientras, el Gobierno vasco ha cumplido su anuncio de que montaría convoyes protegidos por la Ertzaintza para garantizar el abastecimiento: hoy, los primeros han circulado para escoltar a camiones de Repsol desde Berantevilla (Alava) hasta las gasolineras de Vitoria, a las que han abastecido.

Las consecuencias para la vida diaria se mantienen, tanto porque no llegan alimentos a las tiendas como por la acaparación de productos por los ciudadanos.