Grandes presas en Sudamérica

Sudamérica es una de las regiones que menos contribuye a las emisiones de gases de efecto de invernadero, en relación a su consumo de energía. La principal razón es que más de la mitad de la electricidad que allí se produce es de origen hidroeléctrico. El potencial de nuevos desarrollos está todavía muy lejos de haberse agotado. Sin embargo, nuevos proyectos como el de Aysén, en Chile, han disparado la polémica.

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Las centrales hidroeléctricas generan impactos ambientales. La razón básica son los embalses que se crean. Al inundarse zonas forestales se puede liberar metano, un potente gas de efecto invernadero, aunque el impacto en la atmósfera es normalmente mucho menor que el asociado a plantas de carbón o gas natural equivalentes.

La flora y la fauna de los ríos implicados se ve afectada. Normalmente ha de procederse a la relocalización de poblaciones, que en casos extremos como la presa de las Tres Gargantas en China ha alcanzado la cifra de más de un millón de personas. Y la retención de sedimentos en las presas construidas puede afectar a los agricultores aguas abajo, que dependen de los mismos para fertilizar sus cultivos, y causar otros daños ambientales como ocurre con la presa de Aswan en Egipto.

Por otra parte, también las grandes presas tienen efectos positivos. Además de producir electricidad, regulan los caudales facilitando la agricultura (lo que, por cierto, es la justificación para la mayor parte de ellas). Los embalses creados pueden ser también una fuente de riqueza, por su pesca e incluso como atracción turística, como ocurre con el embalse creado por la presa de Itaipú en la frontera entre Paraguay y Brasil.

Un proyecto polémico es el de Aysén, en la Patagonia chilena. Involucra la construcción de cinco presas en una región muy bella y casi deshabitada. En total, el proyecto implica la inundación de unas 6.000 hectáreas. Implica también la construcción de una línea eléctrica de unos 4.000 kilómetros para transportar la energía a Santiago, que pasa a través de zonas de interés natural. Esto a cambio de una potencia de unos 2.500 megavatios, unas dos centrales nucleares y media. En el proyecto participa Endesa, empresa bien conocida por los españoles.

La polémica se ha desarrollado principalmente entre Chile y los Estados Unidos. Uno de sus momentos culminantes fue un editorial en contra del proyecto publicado por el 'New York Times'. Sugería como alternativa indeseable plantas nucleares y como solución deseable generación eólica, solar y geotérmica. Daba incluso la impresión (será mi paranoia) que le resultaba desagradable que la producción se dedicara al desarrollo industrial de Chile. En fin, juzguen ustedes mismos...

En cualquier caso, incluso el más superficial conocedor del sistema eléctrico de Chile les dirá que las opciones reales no son ni la nuclear ni las renovables sugeridas por el 'New York Times' (a no ser que europeos o estadounidenses estemos dispuestos a abonar el notable sobrecoste que suponen), si no centrales de carbón o gas natural con significativas emisiones de dióxido de carbono. Y si esto es cierto para un país próspero como Chile, lo es aún más para la mayor parte de los menos desarrollados países de Sudamérica.

No quiero dar mi opinión sobre este caso específico: como dije arriba, hay proyectos hidroeléctricos que realmente tienen un coste ambiental muy elevado. Pero sí indicar que Aysén no es un caso especial. Chile no es, ni de lejos, el mayor país de Sudamérica, y casi todos ellos tienen recursos hidroeléctricos abundantes. No faltan proyectos que hacen pequeño a Aysén. Y los latinoamericanos tienen la ambición, y el derecho, de aspirar a los servicios energéticos a los que estamos por aquí acostumbrados.

*Julián Barquín, profesor en la Escuela de Ingeniería (ICAI) e investigador del Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad Pontificia Comillas.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).