Match-point

Llevo casi veinte años dedicado en cuerpo y alma a la cocina y asisto hoy perplejo al bochornoso espectáculo que algunos de nuestros chefs ofrecen: los grandes senadores que debieran dar ejemplo de sentido común y templanza han perdido los papeles hace tiempo con su EGO insufrible, y muchos chefs jóvenes a los que hemos acompañado, ayudado y fortalecido anímica y económicamente, se han convertido en MÍSTICOS INSOPORTABLES de la noche a la mañana; la cocina española está como nunca, sí, de cara a la galería, pero herida de muerte hace ya tiempo por su nula capacidad de generar entornos profesionales de trabajo SALUDABLES. De no creer.

Aquí, tras este blog, seguimos haciendo lo de siempre, ocupados en la tarea de dar forma a un proyecto de referencia de contenidos gastronómicos, tanto editoriales como audiovisuales en el más amplio término de la palabra. En este mundo en el que cada vez existen más difusores (sólo hace falta mirar la evolución imparable de las TDT) el ACTIVO PRINCIPAL SON LOS CONTENIDOS. Esto parece de Perogrullo, pero si bien cualquiera con capital puede montar una televisión, un periódico o una editorial… sólo unos pocos tienen acceso al know-how y al poder de marca.

No perdemos de vista la cada vez mayor importancia de los nuevos medios (contenidos para móviles, blogs, papel, televisión IP…) y la oportunidad de crear contenidos específicos para ellos; es lo que no nos cansamos de recordar, "la gran aventura MULTIMEDIA", asunto que en nuestro despacho tenemos muy mascado.

Basque Culinary Center

Como espectador de la gestación del BCC, muchos nos sentimos desplazados aún a cuenta de haber dedicado infinitas horas al país y a modelar a ciertos cocineros. La oportunidad que se plantea es increíble, siempre y cuando el trabajo se enfoque seria y dignamente y la aventura no sea EXCLUYENTE, pues estamos apañados si todo queda reducido a que "el BCC le debe la existencia" a profesionales como Andoni L. Aduriz o a su santidad Juan M. Arzak. ¿O es que sin ellos no existirían hierbas en nuestros regatos o kokotxas al pil pil? Hay vida más allá de la que irradian estos dos excelentes chefs y todos sus compinches, lo aseguro, pues multitud de cocineros y empresarios son ejemplo de tesón y sabiduría y ejercen apostolado sin dar la murga, sin esa obsesa necesidad de acaparar medios con uñas y dientes.

Acabo de regresar de Asia y el mundo es ancho como un cogote de atún de almadraba; detrás de esta pantalla llevamos mucho tiempo dando forma a un proyecto gastronómico AUDIOVISUAL y compruebo impotente que el tren se nos escapa; nos ganan por goleada ingleses, franceses, australianos, italianos, americanos y congoleños. El mundo está pletórico con la luz que irradian Rick Stein, Nigella Lawson, Jamie Oliver o Mario Batali, mientras nuestros chefs y gobernantes, teles públicas o privadas y editoriales se dedican a sacarse pelotillas del ombligo, eso sí, con la boca llena de INNOVACIÓN, VANGUARDIA y la coletilla esa de COCINANDO NO NOS GANA NADIE, palabras huecas como patatas soufflé bien rellenas, como ya sabrán, de aire transalpino.

La periodista corresponsal de la agencia EFE en Hong Kong, Marta Checa, se preguntaba hace unos días cuál era el motivo por el que la cocina española de raíz no se propaga por el mundo como ocurre con otras que sí copan los primeros puestos y la atención de cadenas televisivas internacionales, kioskos y librerías; en cualquier supermercado asiático tropiezas con las revistas de J. Oliver, los libros de N. Lawson, los productos biológicos de R. Stein, sus vinos o sus DVD’s; Asia Food Channel programa especiales sobre Helene Darroze, Robuchon, Ducasse o Nobu con sus prados, productores o paisajes a los que pertenecen, llenando la pantalla de color y brillo, martilleando la sesera de quienes contemplan la pantalla.

Me cago en ros

¿Dónde están los molinos manchegos, sus trigales y su sol, las huertas levantinas, los campos de arroz sevillanos, las serranías extremeñas, nuestros olivares, canales de riego, tascas, collados, bosques, labradores, pesquerías o bordas de pastor? ¿Por qué no contempla el mundo perplejo la tonalidad de nuestros gazpachuelos, ajoblancos, salmorrejos, escabeches, asados o la infinidad de preparaciones de ensueño que esconde nuestra recetario más fundamental?

Mientras existan países capaces de producir y difundir mejor que nosotros su cultura gastronómica más elemental por el mundo y airearla con más garbo y salero, los supermercados de Sidney, Ciudad del Cabo o Detroit no reclamarán nuestras latas de mendreska, azafrán en hebras o pimentón de la Vera.

Están avisados

Hemos cambiado por una temporada las alpargatas por playeras y la camisa habitual de sastrería por camiseta manga corta y muñequeras, pues el partido será duro.

¡Que tiemble Nadal y se ande al loro Federer! Vamos a por todas a pesar de que algunos chefs listomaris piensen que tienen el partido ganado.

Aún está todo por hacer.